El
17 de julio de 1748 Francisco Meléndez, escultor granadino, vecino
de Bornos en aquel momento, se comprometía con las Hermandades del
Rosario[1], Nuestro Señor San José y la Tercera Orden de la
villa de Espera para la realización de un retablo por la cantidad de
5000 reales.
Juan
Candil, párroco en la localidad a principios de los 70,
publicaba[2] un trabajo sobre la Iglesia Parroquial, en uno de
cuyos capítulos hacía referencia a los retablos de la Virgen del
Sagrario y de Ánimas Benditas, en el que encontramos algunos
errores, según hemos podido comprobar siguiendo los Libros de Visita
y Fábrica de la Parroquia Santa María de Gracia.
Y,
en efecto, en el Libro de Cabildos y Cuentas de la Hermandad[3]
aparece una serie de datos que nos aclara la realización del
retablo. Pero fue en el AHPC donde encontramos el protocolo notarial
en el que se concierta la realización del retablo entre las
Hermandades de Nª Sª del Rosario, la de San José y la Tercera
Orden y Francisco Meléndez, escultor granadino, asentado en
Sanlúcar, pero vecino de Bornos en aquellos momentos.
Empezando
por el principio debemos decir que en cabildo celebrado el 22 de
junio de 1749 se habla de que “habiéndose acordado hacer un
retablo que importaba hasta 5000 reales y se hallaba cuasi
hecho y con el motivo de hallarse poca la factura de Diego Roldán,
artífice y retablista escultor y que logran la ocasión
presente que corresponde a dicho retablo, una imagen de Nª Sª
del Rosario toda de talla”. La dificultad en la comprensión del
párrafo debido a la deficiente expresión del escribano de la
Hermandad, hace pensar a Juan Candil que Diego Roldán fue el autor
de un primer retablo y que, al no gustar a los hermanos, encargaron
otro, que aparece posteriormente en el Libro de Cabildos y Cuentas.
Pero no hay más que transcribir el documento notarial que firmó
Francisco Meléndez en 1748 para comprender que realmente el texto
hablaba retraso en la confección de la imagen por parte de Diego
Roldán, que sí ajustó la citada imagen de la Virgen en 900 reales
con los hermanos del Rosario.[4] En definitiva venía a decir el
secretario en ese cabildo que el retablo estaba prácticamente
terminado y la imagen de la Virgen estaba poco adelantada. Así se
explica que “que se espera corregir por el dicho (Diego
Roldán) tratando con éste la formación de dicha imagen y
ajustada en 900 reales por lo que mira a la talla con el ánimo
de valerse esta Cofradía”. En el Cabildo se hablaba de la venta de
la ropa y alhajas de la Virgen anterior para contribuir al pago de la
nueva imagen. La cantidad que faltase habría que suplirla con
las aportaciones de los devotos de la Hermandad de la misma manera
que se había hecho con el retablo “que todo lo ha costeado
la devoción”. Finalmente las ropas y alhajas de la antigua Virgen
de candelero se entregaron a José Muñoz, sastre de la localidad
para que hiciera los aprecios de las mismas.
En
la toma de cuentas a Juan Pérez de Mérida, mayordomo en 1751 existe
un apartado relacionado con el retablo nuevo en donde aparecen los
datos de todo lo gastado. Pero antes hemos de hacer referencia al
documento notarial firmado por Francisco Meléndez ante Diego
Gutiérrez Ferrete, notario y escribano de la villa de Espera el 6 de
junio de 1748, como referíamos anteriormente. Por ese contrato, F.
Meléndez se comprometía con las Hermandades del Rosario, el Sr. San
José y la Tercera Orden a la realización de un retablo para “la
capilla del Sagrario de dicha Iglesia donde se ha de colocar la
imagen de Nª Sª del Rosario, el Sr. San José y S. Francisco”. El
retablo había de tener tres cuerpos: uno que sobresalga y sirva de
altar, un segundo con cornisas y que incluya tres nichos para las
imágenes y el tercero su cerramiento con historias del Santísimo
Sacramento adornada de serafines, ráfagas y nubes de madera como el
que consta del mapa y traza que ha manifestado don Francisco
Muñoz, (representando a la Orden Tercera) cura más antiguo de esta
villa, a don Cristóbal de Algarín, don José Mérida, (ambos
representando a la Cofradía del Rosario) Domingo Martínez Mingarro
(representando a la Hermandad de S. José) y al presente escribano al
precio de 5000 reales de vellón.[5] Las tres Hermandades se
comprometían a pagarlo por tercias partes, costeando cada Cofradía
la suya. Pero una de las premisas que se firmaba era que había de
intervenir en la realización del retablo el reverendo padre Fray
Baltasar de San José, religioso lego del monasterio de San Jerónimo
de Bornos. La forma de pago sería la siguiente: dos mil reales a la
terminación del primer cuerpo; otros dos mil a la terminación del
segundo y tercer cuerpo que era el cerramiento. Y finalizado el
retablo los mil restantes. La obra debía estar terminada en ocho
meses contados a partir del 24 del mes de junio de ese año.
El
libro de cuentas de la Hermandad del Rosario nos da detalles del
mismo. El 13 de mayo de 1752 se habla de que se ha fabricado un
retablo nuevo entre la Orden Tercera de Penitencia y la Cofradía de
San José y que lo habían pagado por tercias partes. Le correspondió
a la Hermandad del Rosario un total de 1666 reales correspondiente a
su tercio. Pero además tuvo que pagar 100 reales más para la
confección de un camarín para la Virgen, hacerle los postigos y una
farolera. Hay que añadir 49 reales en yeso utilizado en el retablo y
el trabajo, por lo que el total pagado fue de 1816 reales en total.
En
ese mismo cabildo de cuentas aparece una serie de recibos pagados a
fray Baltasar de San José con cargo a la realización del retablo.
Años
más tarde sería Andrés Benítez, maestro tallista de Jerez y
Bartolomé Camacho, dorador de la misma ciudad, los que cobraron 523
reales por la realización y dorado de una cruz para la Cofradía.
Benítez presenta el recibo el 15 de mayo de 1761 y Bartolomé
Camacho el 16 de octubre de ese mismo año. En efecto se trataba de
“una cruz que hicieron y doraron para que sirviese en los días
solemnes en el Santo Rosario y fuese uniforme al simpecado y faroles
que tiene esta Cofradía como por acuerdo lo tiene así determinado
510 reales los que se anotan y los recibos expresados, testados y
rubricados del notario contador se devolvieron a esta
parte”.[6] Fernando Merino recibió 4 reales por traer
la cruz desde Jerez, otros 9 de una vara de badana verde para
la cruz y 7 de una funda en que vino envuelta, sumando un total de
523 reales.
En
otro cabildo de abril de 1766 la Hermandad habla del dorado del
retablo. Para ello se piden a Faustino de Ferreras 2000 reales
procedentes del trigo que se juntó para el dorado del citad retablo
que no se había podido hacer hasta ese momento, aunque el Visitador
General ya había ordenado en la última visita su realización,
solicitando la cantidad mencionada.
En
las cuentas presentadas en agosto de 1771 aparece un recibo de Juan
de Morales carpintero de Bornos por la realización de un atril, la
custodia y los remates del retablo. Y sería el 7 de julio de 1772
cuando se llega a un acuerdo con Eusebio del Real, dorador de Jerez
de la Frontera, para el dorado del retablo de las tres Hermandades,
en la capilla del Sagrario “por el todo, poniendo oro de la mejor
calidad en todo lo que se requiere, así en el nicho de la Virgen
como en molduras y tablas y en lo demás del color que le
corresponda”[7]. Eusebio del Real se comprometió a dorarlo por la
cantidad de 5000 reales haciendo la correspondiente escritura. El
primer tercio del dorado se comprometía a hacerlo in recibir
cantidad alguna y una vez concluida esa parte, que una persona
entendida en arte que nombrase la Cofradía lo certificase y, tras
ello, cobraría la tercera parte de los 5000 reales y los otros dos
tercios se cobrarían a la conclusión del dorado del retablo.
Para poder pagar la Hermandad proveyó los 2009 reales que Carlos
Jerónimo de Ferreras, heredero de Faustino de Ferreras, pagara la
citada cantidad. Otros 1863 reales y 32 maravedíes se habían
recogido de limosnas de la gente devota de la Hermandad. Finalmente,
según una nota del cabildo de cuentas, se pagan 5000 reales a
Eusebio del Real el 20 de agosto de 1773. Igualmente pagan 111,5
reales por el yeso, los enlucidos, jornales y peones en
la capilla. Otros 132 reales se pagaron por terminar de enlucir y
1350 cobró el dorador de la capilla el 2 de agosto de ese año 1773.
Se
especifica también en el mismo cabildo como Diego Gutiérrez
Ferrete, el anterior escribano, devoto y hermano mayor de la
Hermandad de San José, ya difunto, había determinado que si llegase
el momento de dorar el retablo, él se comprometía a pagar el tercio
que correspondía a la Cofradía de S. José y en caso de
fallecimiento lo solicitaran a su mujer, Catalina Valverde, y su
hija, Francisca Gutiérrez que continuarían con la misma devoción.
Una diputación de la hermandad del Rosario pasaría tratarlo con
ellas y en último caso con los hermanos de la citada Hermandad y con
los de la Tercera Orden para realizar el dorado de la misma manera
que se hizo el retablo, aportando un terco cada una.
El
año 1773 se proponen clocar otra reja que diera más seguridad a la
capilla del Sagrario y para que “dicha capilla quede con la luz y
claridad que se necesita a efectos que el dorado del retablo no
padezca perjuicio permaneciendo en la lobreguez que al presente se
halla y a que se llegue a estar expuesta a quebrantamiento por no
tener mucho resguardo, que la puerta de madera”. Se pretende
colocar la reja para dar más luz y seguridad a la capilla.
Pero
los trabajos en el retablo no terminan. Por una nota posterior
conocemos que pagan a Antonio Benítez, tallista de Jerez, 566 reales
por algunos trabajos. 500 de ellos por “haber hecho de nuevo
diferentes remates para dicho retablo como el florón que tiene por
remate, vestir el camarín de la Virgen de diferentes molduras y
otras que de nuevo hizo para el cuerpo de dicho retablo” y los 66
restantes por los viajes de miembros del clero a Jerez.
Finalmente
se estofó la imagen de la Virgen. Domingo Salones, carpintero local
cobró 157 reales por realizar la peana de la imagen y componer la
junta del retablo. Eusebio del real recibió 1100 por el estofado de
la imagen y la peana. Además hubo que pagarse 800 reales más a
Francisco Gavilán, maestro escultor por haber compuestos las manos
del Niño de la Señora y los angelitos que tiene al pie de la peana.
Se
pagaron también 100 reales por la reja.
El
26 de diciembre de 1774 la imagen fue colocada en su altar,
celebrándose una gran fiesta por ello.
En
las cuentas de 1775 al 79 aparecen también 90 reales, pagados al
pintor Miguel Barea por la pintura de una imagen de la Virgen del
Rosario, en lienzo, para el simpecado de la Cofradía, que no se
habían abonado en la cuenta anterior. Al parecer el anterior estaba
muy mal y hubo que hacer uno nuevo y pagaron 94 reales a Alonso
García para comprar 9 varas de lienzo de gante en Cádiz, que
utilizaron en el simpecado y la cruz. Lo realizaría Mª Rosario
Doblado.
En
1783, Pedro Doblado, uno de los hermanos del Rosario, al volver de
Indias costeó un camarín para la Virgen tras el retablo, en
agradecimiento por haber vuelto de “tan arriesgado viaje”. Simón
Álvarez[8], maestro alarife local, reconoció el sitio manifestando
no haber problema alguno en su realización sin tocar el retablo.
A
Vicente Gargallo[9], orfebre cordobés que realizaría muchos
de los trabajos en plata que actualmente se conservan en la
Parroquia, realizó la compostura de un de las demandas de la
Cofradía, según aparece en las cuentas tomadas entre los años
1785-1789.
MANUEL
GARRUCHO JURADO.
[3] Archivo
Histórico Diocesano de Jerez de la Frontera,(AHDJF) Espera. Fondo
Parroquial. Hermandad del Rosario. Libro de Cabildos. 1727-60. C-31.
[9] Además
de la mayor parte de las obras de plata de la Parroquia. Igualmente
fue el autor de la pértiga de plata de la Hermandad del Santo
Cristo.