miércoles, 12 de noviembre de 2014

CASTILLO DE FATETAR. ESPERA (CÁDIZ).

HISTORIA
Algunos relatos del siglo XVIII, especialmente el del Padre Fray Pedro Mariscal, del convento jerónimo de Bornos, recogen la leyenda de que la villa fue fundada por el rey Hespero. Según la mitología griega, Héspero es el genio de la estrella vespertina, padre de Hespéride, quien, casada con Atlante, le dio por hijas a las Hespérides. Leyendas aparte el Castillo de Fatetar tiene un origen confuso, pues son muy pocas las fuentes que nos hablan de su fundación. Vamos a intentar esclarecer los datos que existen sobre el castillo espereño.
No cabe duda de que las posibilidades defensivas que ofrece el monte Fatetar son el origen de la actual villa de Espera. Enfrente del monte Fatetar, aproximadamente a un kilómetro de distancia y ubicado sobre una colina de las mismas características, se asienta el yacimiento arqueológico de Esperilla.
Esperilla según Pierre Sillieres correspondería al asentamiento de Cappa que se hallaba junto a la Vía Asido, el antiguo camino romano que iba de Híspalis (Sevilla) a Asido (Medina Sidonia), poniendo en comunicación el Valle del Guadalquivir con el Estrecho y que años posteriores serviría para la entrada de los musulmanes hacia el centro de la Península. En un momento determinado y por causas desconocidas, Esperilla es abandonada y su población debió establecerse en el cercano Monte Fatetar.
A la caída del Imperio de Roma, los visigodos se asentaron en el mismo creando una pequeña aldea, cuyos exiguos restos se conservan en el Museo Arqueológico de Espera (se trata de dos cantos decorados hallados uno de ellos en las laderas del castillo y otro en los cimientos de una casa particular) y en la fachada del castillo, donde hay una ventana ciega con un dintel con tres estrellas de seis puntas labradas. También han aparecido en las laderas cerámica visigoda y hebillas de cinturón de la época.
Pero los orígenes del actual castillo de Fatetar hemos de remontarlos al siglo X, exactamente al año 914, cuando según las crónicas, Abderramán III manda su construcción. De época árabe es bastante pobre la documentación bibliográfica, aunque sí se han registrado restos arqueológicos de dicho período. El primer texto en que aparece Espera es la crónica del califa Abderramán III an-Nasir (Al-Muqtabis) de Ibnn Hayyan en la que se cuenta que fue este califa quien, en 914, viniendo de apaciguar una revuelta en las provincias de Málaga y Cádiz, llega a Asbira o Isbira procedente de Arcos: “luego entró an-Nasir en Sillibar (castillo cercano a Montellano), terminando su cuidado por la seguridad de la Cora de Sidonia y construyendo la fortaleza de Asbira contra la de Agut, donde puso de caid a Yamil b. Uqba al Balawi, que era señor de Lora, con nutrido número de caballeros, de bereberes tangerinos e infantes incorporados con armamento y provisiones completos”. Esto debió ocurrir antes del 28 de julio del citado año, ya que ese día se encontraba Abderramán frente a Carmona. Este Yamil es el primer personaje histórico del que tenemos noticias en relación a Espera. Espera es nombrada por Al-Himayari, escritor árabe del s. XIV, en su “Rawd al-Mitar”.

No cabe duda de que las posibilidades defensivas que ofrece el Monte Fatetar son el origen de la actual villa de Espera.
En sus laderas se han detectado diversos fragmentos de cerámica turdetana de los siglos III-II a. C. con las características propias de esa cultura, entre ellos un amuleto semejante a una gota de agua o algunos fragmentos de cerámica turdetana.
Más tarde es habitado por los romanos como lo corrobora la aparición de cerámica “sigillata”, monedas, incluso un trozo de un togado perteneciente a una escultura.
Posteriormente es ocupado el monte por los visigodos, tras la caída del Imperio Romano. Creemos que Fatetar pudo ser un pequeño poblado visigodo basándonos en los hallazgos, sobre todo arquitectónicos, que se han conservado. En una ventana ciega de la pared principal del Castillo, perteneciente a la segunda muralla, aún se conserva en el dintel una piedra con tres estrellas de seis puntas de esa época. Igualmente son visigodos dos cantos decorados, uno de ellos hallado en unas obras en el Castillo, quizás perteneciente a un cancel y otro en los cimientos de una casa de la localidad, ambos conservados en el Museo Arqueológico de Espera, además de una vasija de la misma época y unas hebillas de cinturón, de las laderas del mismo Castillo. Todos estos restos pueden datarse hacia los siglos VI-VII d.C.
A partir del 711 el pequeño poblado pasa rápidamente a manos musulmanas ya que por sus cercanías discurría la antigua calzada romana, mencionada más arriba, que es utilizada por aquéllos en su incursión peninsular. Según la Crónica de Ibn Hayyan el castillo musulmán fue construido por Abderramán III, cuando volvía de la provincia de Málaga de sofocar una revuelta. En el nuevo Castillo dejó como alcaide a Yamil b. Uqba al Balawi al mando de un nutrido número de caballeros tangerinos.
Son, sin embargo, pocos los restos de ese período histórico que aún se conservan en el recinto del Castillo. Cabe destacar un lienzo de la línea exterior de murallas por encima del tajo a que dio lugar la cantera de piedra que estuvo abierta en el monte hasta el siglo XIX, prácticamente. Restos de esa cultura es también la ventana ojival de la muralla principal.
Se encuentra enmarcada con un alfiz, aunque desconocemos la época. Dentro del mismo Castillo y sus alrededores fueron muchas las monedas árabes encontradas, entre ellas algún dinar de oro y varios dirhem plata plata, así como algún pequeño fragmento de cerámica, varios dedales para la costura del cuero, etc.

Dinar de oro de los alrededores del castillo Fatetar.
Dirhem de plata del Cortijo de Las Peñas, cercano al Castillo de Fatetar.

Lienzo de muralla árabe hacia el E.

Pero la documentación bibliográfica de esta época es bastante pobre. El primer texto en que aparece Espera es La crónica del califa Abderramán III an-nasir (Al-Muqtabis) de Ibnn Hayyan en la que se cuenta que fue este personaje, antes de llegar al califato, quien en 914, viniendo de apaciguar una revuelta en las provincias de Málaga y Cádiz, llega a Asbira o Isbira procedente de Arcos: “luego entró an-Nasir en Sillibar (castillo cercano a Montellano), terminando su cuidado por la seguridad de la Cora de Sidonia (Medina Sidonia) y construyendo la fortaleza de Asbira contra la de Agut, donde puso de caid o jefe militar a Yamil b. Uqba al Balawi, que era señor de Lora, con nutrido número de caballeros, de bereberes tangerinos e infantes incorporados con armamento y provisiones completos”. Esto debió ocurrir antes del 28 de junio del citado año, ya que ese día se encontraba Abderramán frente a Carmona. Este Yamil es el primer personaje histórico del que tenemos noticias en relación a Espera.
Para Ahmed Tahiri(1), Espera fue elegida como cabeza de partido de la cora de Siduna (Medina Sidonia). Al Balawi fue el primer gobernador nombrado al frente de la nueva sede provincial. Desde ese momento Espera desempeñó ese papel durante quince años, antes de ser desplazada la capitalidad de la cora de Siduna a Calçena (en las cercanías del cortijo de Casinas, muy cerca de la Junta de los Ríos, término municipal de Arcos de la Frontera)
La línea de demarcación administrativa entre Sidonia y Morón se determinó durante la campaña de apaciguamiento de Abderramán. La frontera se fijó por el hisn (castillo) de Sillibar (Montellano) y el castillo de Asbira (actual Espera). Una importante guarnición se colocó en la recién construida fortaleza que sirviera de base a los omeyas contra los insumisos de Morón(2).
El mismo autor, siguiendo a Al-Faradí, menciona la alquería de “Balat Abí- al-Ayannas, situada en Iqlim Isbira” incorporado a la cora de Sidonia. Tahiri hace coincidir esta alquería con Carissa Aurelia, “reactivada durante la época islámica bajo la nueva denominación relacionada con la figura noble de Abí-l-Ayannas”(3).
Espera es nombrada por Al-Himayari, escritor árabe del s. XIV, en su “Rawd al-Mitar”(4)
En el propio Fatetar se conserva aún un lienzo de murallas en la parte Este, el único de esa época. Una ventana ciega con arco de herradura sobre una de las paredes del Castillo, aunque no podemos distinguir si realizada en época árabe o ya tras la compra de los Ribera que hicieron obras en el mismo.
El mismo nombre de Fatetar es, posiblemente, de origen árabe y así aparece en los textos cristianos posteriores.
Así pues, Espera debió ser una aldea a la sombra del Castillo hasta la llegada cristiana a mediados del s. XIII y seguramente dependiente de Arcos que era la ciudad musulmana más importante de sus alrededores.
El año 1.212 marca el principio del fin del poder almohade en la Península con la batalla de Las Navas de Tolosa (provincia de Jaén). Durante esa campaña parte de las tropas musulmanas hubieron de pasar por Espera camino de Las Navas. A mediados de abril de 1211, el ejército almohade desembarcó en las costas de Tarifa. Carlos Vara(5) hace referencia al camino tomado por las tropas musulmanas que llegaron a la Península antes de la batalla como la antigua Vía Asido que hemos mencionado más arriba, es decir una vez desembarcadas las tropas en las cercanías de Tarifa buscarían el camino de Vejer y de allí a Medina Sidonia, Baños de Gigonza, Junta de los Ríos, cortijo de Jaudón o Sierra Gamaza, Esperilla, llegando a Torres Alocaz. De allí a Dos Hermanas y finalmente Sevilla. El califa almohade Muhamad an-Nasir volvía de África donde acababa de derrotar a los descendientes de los almorávides que pretendían apoderarse de las costas africanas almohades. An-Nasir, según Carlos Vara, debió acampar en Medina durante la cuarta jornada tras el desembarco, la quinta la haría en Gigonza, luego lo haría en Arcos y la sexta lo realizaría una vez pasado Espera, en el Cerro de Calero, posteriormente en Torres Alocaz, Dos Hermanas y Sevilla donde se encaminaría hacia Santa Helena (Jaén) lugar de la batalla.
El paso de Espera a manos cristianas se debió producir cuando lo hizo Arcos de quien dependía, hacia 1248-50. Quedó constancia de la cesión de Criste, una antigua aldea en el pago de Santiago (Las Viñas) desde 1249 año en que es cedida a la Orden de Calatrava por el Infante Enrique, hijo de Fernando III.
Fernando III fue apoderándose, por distintos medios, de todo el Valle del Guadalquivir. En noviembre de 1.248 capitula Sevilla y a raíz de ese acontecimiento, en los meses siguientes se van sometiendo en virtud de pactos, toda la zona de Jerez, Arcos, Medina, Cádiz y Vejer. Todavía han de pasar algunos años para que todo este territorio pase definitivamente a manos cristianas. En principio muchas de estas tierras quedan casi deshabitadas y deben ser repobladas. Siguiendo a J. González y Ladero Quesada, las líneas maestras de repoblación y reparto de bienes seguidas por la monarquía en Andalucía a las Órdenes Militares fueron muy distintas a las de las cuencas del Tajo y Guadiana. Efectivamente ahora no se les da lugares cercanos a las ciudades sino que las donaciones se limitan a zonas fronterizas, menos rentables económicamente, pero más acordes con sus fines militares y religiosos. Así, en nuestro término se produce una de esas donaciones, en este caso a la Orden de Calatrava. De 10 de mayo de1 1.249 existe una carta, otorgada en Sevilla, en la que el infante D. Enrique, hijo de Fernando III el Santo, dona la alquería de Siste (aparece más tarde como Christe o Santiago de Criste) a dicha Orden y en ella aparece el nombre de Espera como un lugar ya claramente definido(6) . En esta carta la aldea fue cedida en los mismos términos que había tenido en tiempos de los almohades y con la condición de que el maestre se obligaba a respetar a los moros “sus fueros de la misma manera que los tenían".
Posteriormente Alfonso X decide respetar los donadíos que la Orden de Calatrava había recibido de su hermano Enrique, tanto en término de Morón como en el de Arcos en la citada alquería de Siste o Chist o Christe. Así el monarca la vuelve a conceder a la Orden de Calatrava el 7 de mayo de 1.253(7).
En 1.258 se refuerza esta donación al concederle Alfonso X la facultad de adquirir por compra o donación, no por la fuerza, a los lorigueros y menestrales de Sevilla, heredades para esta aldea por un total de ciento veinte yugadas. En esta carta se deslindan los términos de la aldea. En ella aparecen algunos nombres que podemos localizar todavía por la toponimia y otros de los que es más difícil su localización. Algunos de esos nombres son Ruchina (Cortijo de Ruchena, cerca de la Barriada de Fátima), Machar Experem (la antigua aldea de Espera en el castillo Fatetar), Machar Alcarit (posiblemente la aldea de Carixa: restos de la antigua Carissa Aurelia íbero-romana).
En otro documento fechado el 15-4-69 en Jaén nos explica cómo esta aldea de Chist es devuelta por la Orden al rey.
Estos cuatro documentos anteriores nos muestran de manera aproximada como se realiza la repoblación cristiana en nuestra zona a lo largo del s. XIII. Todos ellos están citados por Julio González en su “Repartimiento de Sevilla” y por Manuel González Jiménez en su libro “En torno a los orígenes de Andalucía”.
Tenemos más noticias de Criste según la crónica de Rades y Andrada ya que, al parecer, hacia 1.328 el clavero D. Juan Núñez de Prado denuncia a su maestre Garci López de Padilla ante el rey Alfonso XI porque “por no haber enviado mantenimientos a los castillos de Alcauete, Alconín, Susana, Christa, Matiet y otros que esta orden había conquistado en Andalucía, los habían tomado los moros”(8)
De este reinado también es la mención que aparece en el Tratado de montería de dicho rey en el que se dice: “Nava Fermosa es buen monte de puerco en verano y La Porquera de Espera es buen monte de puerco en invierno.” En ese mismo Tratado se habla de la “hombría que es cabe Santiago de Christe”.
Desde los primeros momentos de la llegada cristiana a nuestra zona, la vida de los mudéjares debió ser respetada por los castellanos. Así hemos visto anteriormente en algunas de las cartas en las que se pedía el respeto a sus derechos anteriores(9). Sabemos también que se respetarían sus credos religiosos. Hay documentadas distintas aljamas en el reino de Sevilla. González Jiménez(10) recoge entre otras: Sevilla, La Algaba, Marchena, Carmona, Ecija, Morón-Silibar, Alcalá de Guadaira, Constantina, Matrera, Bornos, Osuna, Niebla, Gibraleón, Huelva y Saltés, Lebrija, Cazalla, Chist (Santiago de Criste), Sanlúcar la Mayor, Guillena y Alcalá del Río. Toda esta situación cambiaría tras la revuelta mudéjar de 1.264. Después de ella toda la comarca del Guadalete fue abandonada por los mudéjares que se encaminaron al reino de Granada, quedando en esta zona una población insignificante.
A fines de siglo, exactamente en 1.299, está fechada la concesión de Espera a Juan Arias de Quadro, caballero de Sevilla, por parte de Fernando IV, todavía menor de edad, con consentimiento de su madre Doña María de Molina y su tío don Enrique(11). Efectivamente el rey concedió al citado caballero el castillo de Espera “con los pobladores que ahora y son e serán de aquí en adelante” y con todas las pertenencias que la corona poseía allí(12). Juan Arias de Quadro casó con Inés Alfonso con la que tuvo cuatro hijos(13). Cuando murió poseía en nuestro término, además del Castillo, tierras en Jarana y cerca de los “tejares de Espera”. El heredero de Espera fue su hijo Rodrigo, pasando el castillo a pertenecer a sus tres hermanos (Alfonso, Beatriz y Mayor). Al morir Beatriz, su parte pasa a manos de sus hermanos Alfonso y Mayor.
Según Ladero, los hermanos Cuevas y otros autores, Espera fue concedida por Fernando IV el 3 de septiembre de 1.304 a Fernán Pérez Ponce de León junto con junto con Carissa, Bornos, Santiago de Criste y Fatetar. Pero en esta noticia hay algunas cosas que no concuerdan muy bien con la realidad. Creemos que Fatetar y Espera era exactamente lo mismo, un castillo con una pequeña aldea que dependía de él. Si además pasó a poder de Juan Arias de Quadro cinco años antes y desde ese momento estuvo en poder de su familia hasta la compra por parte de Per Afán, en 1.394, pensamos que es difícil que pudiera haberse producido esa donación por parte del rey Fernando IV.
Por distintos avatares el castillo pasa a manos de Alfonso Fernández de Portocarrero, heredero de Teresa Jufre, esposa de Alfons Arias de Quadro. Por esta razón llega Espera a pertenecer a los Portocarrero, señores de Moguer, aprovechando la minoría de edad de Marina González(14).

El 13 de julio de 1.385 Marina González y su esposo Alfonso Méndez, por un lado y Martín Fernández de Portocarrero, por otra venden las partes que poseían del castillo de Espera a Antón Martínez por 50.000 maravedíes(15). Antón Martínez tomó posesión de Espera el 13 de julio de 1.386.
Poco después, el 18 de abril de 1.394, Luis Méndez y Diá Sánchez Portocarrero, hijos de Alfonso Fernández Portocarrero y de su mujer Teresa de Biedma, venden sus partes del castillo de Espera a Per Afán de Ribera, Notario Mayor de Andalucía por 24.000 maravedíes, que según Ladero corresponderían a 750 doblas de oro(16).
Años antes, Nuño Fernández de Villavicencio, regidor y alcalde mayor de Jerez de la Frontera, seguidor de Pedro I en la lucha contra su hermano Enrique, se refugió con su mujer e hijos en el Castillo de Fatetar por un tiempo, tras la muerte del rey en Montiel, pero, al parecer, al no sentirse seguro se adentró en el reino de Granada. El rey granadino, junto con algunos grandes castellanos, solicitó el perdón a Enrique II, pero nunca fue concedido, muriendo en Granada en 1.378(17).

MANUEL GARRUCHO JURADO. JOSEFA RAMÍREZ LOZANO.

__________________________
(1) TAHIRI, AHMED. “Rif Al-Magreb y Al- Ándalus. p. 141.
(3) Ibidem. p. 151. AL FARADÍ, “Ulama Al-Ándalus”. V. I. p. 308.
(4) CUEVAS, J Y J. “Espera. 1965. Cádiz.
(5) VARA, C. Las Navas de Tolosa. Barcelona. 2012. P.
(6) GONZÁLEZ JIMÉNEZ, M. En torno a los orígenes de Andalucía.
(7) GONZÁLEZ JIMÉNEZ, M. Diplomatario. 
(8) SÁNCHEZ SAUS, R. “Las Órdenes Militares en la provincia de Cádiz”. En Cádiz en el siglo XIII. En “ Chronica de las tres ordenes y cavallerias de Sanctiago Calatrava y Alcantara.. Toledo. 1572.
(9) Carta de D. Enrique a la Orden de Calatrava de 12 de abril de 1.249
(10) En torno a los Orígenes de Andalucía, Sevilla. 1.998
(11) A. FRANCO SILVA. La villa de Espera en la Edad Media. Conferencia
(12) A. D. M. Leg. 247, nº 32
(13) A.D.M. Leg 247. nº 32
(14) El devenir de esta familia se puede estudiar perfectamente en FRANCO,A op. cit. y SÁNCHEZ SAUS, R en Linajes sevillanos medievales
(15) A.D.M. Leg. 47, nº 3415.
(16) A.D.M. Leg. 247, nº 35).
(17) Diccionario Ilustrado de la Provincia de Cádiz. C. de Ahorros de Jerez.1.985