miércoles, 12 de noviembre de 2014

FADRIQUE ENRÍQUEZ DE RIBERA

Muerto Francisco Enríquez en 1.509, hermano y primo de Fadrique, queda éste como único heredero de los bienes de los Ribera a principios del S. XVI. Felipe I, es decir el conocido como el Hermoso, marido de Juana la Loca, le nombra Marqués de Tarifa “por los méritos adquiridos en la reconquista de aquella plaza” en 1.514(1).
Era el sexto de apellido Ribera, Adelantado de Andalucía, alcalde Mayor de Sevilla por merced de Fernando el Católico.
Una vez que toma posesión de la villa, el Marqués tiene una serie de pleitos con sus habitantes como también ocurrió con Bornos y Alcalá de los Gazules, como también había ocurrido con Francisco Enríquez con el que hubo el largo pleito de la dehesa de La Manchuela. El padre Cristóbal Garrido en los años 20-30 había encontrado algo el fol. 22, vuelto de la carpeta de Asuntos Generales del A. M. de Espera, hoy desaparecido(2).
En 1.518 existe una sentencia a favor de Sevilla y Lebrija contra el Marqués de Tarifa, Bornos y Espera sobre terrenos usurpados y en el mismo se describen los límites del término de Espera con Lebrija (3).
En 1.528 hay un pleito entre Espera y el Marqués(4), como también ocurrió con otros pueblos como Bornos o Alcalá de los Gazules, en el que se le solicitaba la fijación de los bienes y derechos señoriales y otras peticiones. Esos bienes señoriales eran en Espera los siguientes: La dehesa de hierba llamada La Manchuela con el montecillo que linda con el término de Arcos y con el de Sevilla, la dehesa de Pícar que linda con la Manchuela y con Arcos, los hornos, las rentas de la montaracía, la del almojarifazgo y la carnicería, más las rentas de pan de los donadíos(la tasa era de maquila de 1 almud por cada 12) de la villa que son las siguientes: el asiento de la dehesilla que es (junto) al pozo Morisco (cerca de El Amarguillo) que linda con los montes de Utrera y de Espera, el asiento del pozo morisco que dicen de Juan de Alcalá, una caballería de tierra que el Marqués compró a Juan Sánchez Fidalgo, otro asiento que es un arado que también compró al anterior y que linda con la dehesa del Concejo, otro asiento junto al pozo morisco que solía ser de Martín Sánchez, calero, que linda con el arroyo de las Pilas y con un arado que se dice de Pero García de Lebrija, otro asiento que es un arado y algo más al pozo morisco y otros asientos más, ninguno de ellos es cerrado y los vecinos siembran y pagan sus terrazgos, las hierbas y pastos comunes para todos los vecinos de Espera, porque alzados los panes es pasto común excepto los rastrojos que son de los labradores. Por el contrario el marqués y sus sucesores no meterían en los campos de Espera y Bornos más ganado, suyo o ajeno, que 5.000 ovejas merinas (1.000 carneros y 4.000 ovejas) y 30 yeguas de vientre con sus crías. Esta transacción es aprobada y confirmada por la reina Juana y el Emperador Carlos por Real Decreto en Toledo, el 5 de mayo de 1.529. Sabemos que el Concejo de Espera estaba formado en 1.526 por las siguientes personas: Bartolomé Ruiz de Villalobos y Cristóbal Hernández, alcaides ordinarios, Gonzalo Halcón y Juan García Caballero, regidores, Juan de Armario, alguacil y Juan Hidalgo y Pero Ruiz, jurados. En 1.534 Espera vuelve a demandar al Marqués ante la Chancillería de Granada. Los espereños se quejan que “sin habla ni razón alguna” ha impuesto una fanega de trigo por cada arado en la era. Y que además acoge ganados de forasteros (“extranjeros”), prohíbe hacer horno y molinos de pan, para de esa forma ir a os suyos, y a pesar de estar la villa libre de pagar alcabalas desde el tiempo de los Reyes Católicos, “se hace pagar” de cuanto se compra y se vende un 5 por ciento. El Marqués contesta que la villa de Espera y sus vecinos son solariegos y el Castillo de Fatetar y su término de su mayorazgo, puesto que sus antecesores lo compraron como castillo despoblado y lo sostenían para “guardar” contra los moros, aclarando que Espera mientras no se ganó el reino de Granada, fue tan sólo un castillo despoblado “donde no había vecinos ni república ni gente ninguna”(5).
El 3 de enero de 1535, y firmado por el escribano público “e vecino” de Espera Juan Sánchez Hidalgo, hay una nueva transacción en Sevilla, por la que Espera consigue todo lo que se propone: que ningún vecino de fuera pueda arrendar tierras en su término “si no fuesen los de Bornos” y éstos no habrán de traer más de seis bueyes por arado de tierra arrendada, y las yeguas sólo en agosto. El Marqués se comprometía a “para siempre jamás” a no meter ganado alguno “a hervajar” y a pagar los gastos del pleito. De esta manera quedaba como “señor de Espera” con jurisdicción “mero mixto e imperio” sobre las dehesas dichas anteriormente y todas las de pan sembrar, además de las rentas especificadas, añadiéndosele la de la Huerta del Azadén(6). Esto nos aclara que el señorío era jurisdiccional y territorial ya que en esta época mucha parte del término municipal de Espera no era ya de la Casa de los Ribera. Este documento se conservaba en el Archivo Municipal de Espera(7). Se especifica además como se toma consentimiento al pueblo el domingo día 21 de febrero de ese año de 1.535. Se hace pregonándolo durante dos días por las calles, como era costumbre, y se juntaron en la iglesia de Santiago, es decir la ermita del Castillo actual, ya que todavía no estaba construida la iglesia parroquial de Santa María de Gracia y servía como parroquia dicha ermita, y a repique de campanas “se hizo ayuntamiento y congregación de gentes”. Sánchez Hidalgo, el escribano hacía ver como los “fines de los pleitos eran dudosos y proporcionaban muchos desasosiegos” para seguirlos. Finalmente fue aprobado por unanimidad y firmado por el Emperador el 7 de mayo de 1.539.
De la importancia de D. Fadrique Enríquez de Ribera nos da muestra el hecho de que acudiera a la boda de Dª Juana, hija de los Reyes Católicos y madre del Emperador Carlos V, con Felipe el Hermoso de Flandes en 1.496.
Esta es la situación que se da en Espera hasta el momento en que se escribieron las Ordenanzas que el marqués otorgó a la villa.
Sabemos también que fue, precisamente, D. Fadrique quien donó a la Iglesia de Espera todo el cerro de Fatetar con la Ermita del señor Santiago, llamada de la Antigua a partir de la construcción de Santa María de Gracia, y lo hizo antes de su muerte en 1.539.
La población de Espera en aquellos momentos es conocida gracias a diversos documentos. Uno de ellos de 1.534, publicado en 1.977 por D. Antonio Domínguez Ortiz dice que la villa de Espera tenía 89 vecinos pecheros (es decir, contribuyentes; la nobleza y la Iglesia no pagaban tributos a la corona), 7 viudas y 5 menores. Este documento coincide básicamente con otro del Archivo Ducal de Medinaceli Leg.252, nº 2., en la conocida como Casa de Pilatos de Sevilla, en el que se detallan los nombres de los 79 vecinos, 22 moradores y 10 viudas. En total 111 personas, mencionándose en algunos casos sus profesiones: 1 escribano, 1 tejedor y 1 zapatero.
Esto lo firma Juan Sánchez Hidalgo, escribano público y del Concejo(8).
Finalmente hacia 1539 fue donado todo el monte y el Castillo definitivamente por Fadrique Enríquez de Ribera, Marqués de Tarifa, a la Iglesia, pues allí se encontraba la Ermita del Santo Cristo de la Antigua.
Al estar allí el antiguo pueblo se convirtió la Ermita en Iglesia parroquial. Estuvo abierta como antigua parroquia, de ahí que el Cristo se llame de la Antigua, hasta la apertura de la Iglesia de Santa Mª de Gracia en 1564.
En dicha Ermita se fundaron las primeras hermandades y cofradías. Las Ánimas Benditas y la Pura Concepción se fundan en 1533. Dos años después lo hace la del Santísimo Sacramento y en 1589 la del Santo Entierro. Allí fue fundada también la del Cristo de la Antigua.
A partir de 1614 al ser abierta al culto la iglesia Santa María de Gracia, el castillo, ya sin valor estratégico militar, y la ermita sustituida por el nuevo templo, pierden funcionalidad y sólo es utilizada esporádicamente. Sabemos que el Cristo de la Antigua comienza a bajar al pueblo en procesión a partir de la mitad del siglo XVIII. En 1755 parte de las murallas y algunos elementos del castillo son derribados por el célebre terremoto de Lisboa.
Ya en la Edad Contemporánea, el Castillo de Fatetar vuelve a ser protagonista del , devenir histórico de Espera durante la Guerra de la Independencia contra los franceses.
El 1808 comienza la guerra entre España y el Primer Imperio Francés pues Napoleón quería colocar en el trono español a su hermano José Bonaparte. El ejército francés entró en la península y tras la resistencia que se hizo en Zaragoza y Valencia, la primera gran victoria de los españoles fue en la Batalla de Bailén. España había quedado descabezada por la llamada de Carlos IV y su hijo Fernando VII a Bayona. En todo el territorio nacional se forman Juntas que sustituyen el poder del monarca. Los municipios que no alcanzan los 2.000 habitantes como era el caso de Espera, tiene que sustituir esas Juntas por los propios Ayuntamientos.
La guerra de guerrillas se impuso como estrategia contra los franceses, pues era la única manera de obtener éxitos contra un ejército claramente superior.
Espera tuvo también su partida de “patriotas”. El Archivo Histórico Nacional(9) conserva un documento que había presentado Antonio Flaugier, un catalán que se hallaba en el pueblo en 1810 como consecuencia de la situación de revolución que se daba en España en aquellos años. Flaugier presentaba una solicitud al Ministerio del Ejército con el fin que se le reconociera su participación en la guerra contra los franceses y se le pudiera otorgar una pensión por ello. Flaugier exponía que en la serranía de Ronda había levantado una partida llamada de Espera por ser en este pueblo donde la formó, y con ella fue el azote de los enemigos hasta que fue hecho prisionero.
Está documentado también en el Archivo Parroquial (10) cómo el 12 de septiembre de 1813 se celebran las fiestas del patrón, el Santo Cristo de la Antigua que tiene allí su ermita, con toda solemnidad, pero la tarde anterior se había reconciliado su iglesia que había sido utilizada por los franceses, desde la invasión, como fortaleza militar. Era, además, lógico que establecieran allí su cuartel general, pues todavía podían utilizarse diversas dependencias que se conservaban en estado aceptable, era un lugar estratégico y estaba formado por los edificios con más fáciles defensas de todo el pueblo.
En la zona ocupada era muy común el doble papel de muchos patriotas. Una muestra de la situación de espionaje que se dio en muchos lugares es la que nos muestra el Expediente justificativo formado a instancias de Joaquín María de Tóxar, vecino de Sevilla(11). En este documento es estudiado, igualmente, el expediente de Manuel González Pinto, abogado sevillano, que era en 1810 corregidor de Espera, nombrado por el gobierno josefino. De “32 años y dos varas de alto, color claro, pelo rubio, ojos azules y picado de viruelas”. El uno de septiembre de 1812 recibía un pasaporte de los alcaldes de Cantillana (Sevilla) donde llevaba más de un año huyendo de los franceses por haber sido corregidor de Espera y “ser de los verdaderos patriotas”. Junto con José Gonzalez y Tóxar el 23 de junio de 1810 habían tratado de conspirar contra los franceses en Jerez, fueron descubiertos, muriendo como consecuencia de ello, González y Bernardo Palacios, conductor de los partes de Pinto. Escondido en Sevilla salió de la ciudad gracias a Tóxar y se ocultó en Cantillana. Pinto se movía desde El Puerto hasta Extremadura. El brigadier Comandante general de la sección de Infantería de Vanguardia del 5º Ejército desde Guadalcanal (Sevilla) le ofreció el salvoconducto para que le atendieran en los lugares que necesitase. Las justicias le darían alojamiento, bagajes y demás auxilios.”.
Antonio Reina, cabo de la legión ligera de Caballería del Condado, testificó a favor de Pinto, conociendo perfectamente su situación de espía al que perseguían los franceses.
En el mismo expediente se hace referencia a Manuel Cartes y Juan Sánchez que dirigían correspondencia hasta Ayamonte, Espera y Cazalla para comunicarse con algunas personas que obrarían de acuerdo con la trama que intentaba actuar en Jerez. A esta ciudad fue llamado González Pinto por Tóxar. Aquel pensaba dejar la vara del corregimiento de Espera por chocar sus ideas contra las del gobierno intruso, pero le convencieron de que era conveniente que siguiera en el cargo. Toxar, Antonio Muñoz Rivera, Antonio Rodríguez de la Vega y Luís María Ortega hicieron un informe completo de la Conspiración sevillana. Según ese informe el corregidor de Espera, además de haber participado en la conspiración, junto con los exponentes, sufrió diversos altercados en la misma villa donde se había formado una partida, la de Boza, el catalán. Es posible que se trate de la partida de Antonio Flanquier, quien presentó una solicitud a las autoridades militares, pidiendo una pensión como participante en la guerra contra los franceses. Flanquier, natural de Barcelona, al parecer llamado popularmente Boza, creó una partida en Espera, que según sus palabras, ”fue azote de los franceses”. Fue hecho prisionero y habría sido fusilado “si no hubiera tenido el ardid, de seducir y fugarse con 39 juramentados del número 7 y trece migueletes de los de Sevilla”. Se presentó con todo su armamento al general Ballesteros en el pueblo extremeño de La Parra. El informe de Toxar explicaba las vejaciones que había sufrido Pinto por parte de la partida de Boza. Entre él y otros “atrajeron la ruina y la destrucción a Espera por llamar de continuo sus robos y muertes a los franceses en este pueblo”. González Pinto estuvo a punto de morir en el Prado de Márquez, a las afueras del pueblo, por no revelar a los franceses quienes eran los patriotas que huían tras un tiroteo con las tropas imperiales.
En el citado documento, González Pinto fue defendido por distintos testigos como un gran patriota, que siguiendo en su cargo de corregidor de Espera, colaboraba para expulsión de los franceses de nuestro suelo, encargándole sumo sigilo, pues le manifestaba que tanto el testigo como todos, morirían sin remedio, descubierto lo mas mínimo, motivo por el cual salía por lo regular á darle los Pliegos insinuados á los olivares del Castillo de dicho. Pueblo á la entrada del camino de Sevilla.
En Espera, con tropas en el castillo, se encontraba en enero de 1812 Bory de Saint Vincent, jefe de escuadrón de una columna de caballería del ejército francés, cuando “atraído por el ruido de la batalla, llegando al galope y persiguiendo a los españoles hasta la Sierra Aznar, en Arcos de la Frontera”(12).

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(1) FERNÁNDEZ, M. Alcalá, 69
(2) CUEVAS, J y J.. op.cit..
(3) A. M. de Sevilla, Carpeta 82, nº 227. CUEVAS. Op.cit.
(4) A.D.M.Leg. 248, nº 14 y 15. A. FRANCO SILVA.
(5) CUEVAS. J Y J. op.cit.
(6) CUEVAS, J y J, op.cit.
(7) Archivo .Municipal de .Espera. Notas Generales, VII al XXVIII, fol. 26
(8) FRANCO SILVA, A. op.cit.
(9) AHN. DIVERSOS-COLECCIONES,105,N.15
(10) CANDIL, J. Op.cit.
(11) GUISADO DE, M. Conde de Tóxar. Boletín Real Academia de la Historia. LXIII. “Don Joaquín María de Tóxar, documentos justificativos de su lealtad patriótica y méritos que contrajo durante la Guerra de la Independencia” p.265 y ss.
(12) MONGLAVE, EUGEN DE, “Asedio de Cádiz por la Armada francesa: en 1810,1811 y 1812”. Paris. 1823.